jueves, 9 de abril de 2015

Viernes, 25 de septiembre de 1942

Querida Kitty:
Papá tiene un antiguo conocido, el señor Dreher, un hombre de unos setenta y cinco años,
bastante sordo, enfermo y pobre, que tiene a su lado, a modo de apéndice molesto, a una
mujer veintisiete años menor que él, igualmente pobre, con los brazos llenos de
brazaletes y anillos falsos y de verdad, que le han quedado de otras épocas. Este señor Dreher ya le ha causado a papá muchas molestias, y siempre he admirado su inagotable
paciencia cuando atendía a este pobre tipo al teléfono. Cuando aún vivíamos en casa,
mamá siempre le recomendaba a papá que colocara el auricular al lado de un gramófono,
que a cada tres minutos dijera «sí señor Dreher, no señor Dreher», porque total el viejo no
entendía ni una palabra de las largas respuestas de papá.
Hoy el señor Dreher telefoneó a la oficina y le pidió a Kugler que pasara un momento a
verle. A Kugler no le apetecía y quiso enviar a Miep. Miep llamó por teléfono para
disculparse. Luego la señora de Dreher telefoneó tres veces, pero como presuntamente
Miep no estaba en toda la tarde, tuvo que imitar al teléfono la voz de Bep. En el piso de
abajo, en las oficinas, y también arriba hubo grandes carcajadas, y ahora, cada vez que
suena el teléfono, dice Bep: «¿Debe de ser la señora Dreher!» por lo que a Miep ya le da
la risa de antemano y atiende el teléfono entre risitas muy poco corteses. Ya ves, seguro
que en el mundo no hay otro negocio como el nuestro, en el que los directores y las
secretarias se divierten horrores.
Por las noches me paso a veces por la habitación de los Van Daan a charlar un rato.
Comemos una «galleta apolillada» con melaza (la caja de galletas estaba guardada en el
ropero atacado por las polillas) y lo pasamos bien. Hace poco hablamos de Peter. Yo les
conté que Peter me acaricia a menudo la mejilla y que eso a mí no me gusta. Ellos me
preguntaron de forma muy paternalista si yo no podía querer a Peter, ya que él me quería
mucho. Yo pensé «¡huy!» y contesté que no. ¡Figúrate! Entonces le dije que Peter era un
poco torpe y que me parecía que era tímido. Eso les pasa a todos los chicos cuando no
están acostumbrados a tratar con chicas.
Debo decir que la Comisión de Escondidos de la Casa de atrás (sección masculina) es
muy inventiva. Fíjate lo que han ideado para hacerle llegar al señor Broks, representante
de la Cía.
Opekta, conocido nuestro y depositario de algunos de nuestros bienes escondidos, un
mensaje de nuestra parte: escriben una carta a máquina dirigida a un tendero que es
cliente indirecto de Opekta en la provincia de Zelanda, pidiéndole que rellene una nota
adjunta y nos la envíe a vuelta de correo en el sobre también adjunto. El sobre ya lleva
escrita la dirección en letra de papá. Cuando llega todo a Zelanda, reemplazan la nota por
una señal de vida manuscrita de papá. Así, Broks la lee sin albergar sospechas. Han
escogido precisamente Zelanda porque al estar cerca de Bélgica la carta puede haber
pasado la frontera de manera clandestina y porque nadie puede viajar allí sin permiso
especial. Un representante corriente como Broks seguro que nunca recibiría un permiso
así.
Anoche papá volvió a hacer teatro. Estaba muerto de cansancio y se fue a la cama
tambaleándose. Como tenía frío en los pies, le puse mis escarpines para dormir. A los
cinco minutos ya se le habían caído al suelo. Luego tampoco quería luz y metió la cabeza
debajo de la sábana. Cuando se apagó la luz fue sacando la cabeza lentamente. Fue algo
de lo más cómico. Luego, cuando estábamos hablando de que Peter trata de «tía» a
Margot, se oyó de repente la voz cavernosa de papá, diciendo: «tía María».
El gato Mouschi está cada vez más bueno y simpático conmigo, pero yo sigo teniéndole
un poco de miedo.

Tu Ana

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